La profecía de Chico Che
Con una rola de su compatriota tabasqueño Chico Che, AMLO decidió iniciar la conversación sobre las desavenencias que trae México con Estados Unidos y Canadá por el tema energético
Nadie se lo pidió, pero el Presidente decidió iniciar la conversación sobre la bronca que se trae México con Estados Unidos y Canadá por el tema energético con una rola de su compatriota tabasqueño Chico Che.
El Presi les recetó apenas unas estrofas de “Uy qué miedo” a los aguantadores reporteros ahí presentes para hablar del tema, aquella que repite una y otra vez “mira como estoy temblando”.
A grandes rasgos, la política energética de la 4T que privilegia la participación de Pemex y CFE contraviene acuerdos del comercio en el T-MEC. A esto vienen conversaciones para ver si las desavenencias escalan hasta imponerle aranceles a las exportaciones mexicanas.
México no quiere hacerse de una guerra comercial con EU ni puede ganarla, claro. Por eso el Presidente, luego del chascarrillo chicochiano se deshizo en elogios hacia el presidente Biden y su vicepresidenta Harris, ambas personas “con mucha urbanidad política”, para achacarle el conflicto comercial al empresariado nacional.
“No va a pasar nada” con los reclamos de la nación más poderosa del mundo, aseguró el mandatario.
Habrá sido un chiste simplón, una valentonada vacua (e innecesaria), pero si le seguimos la corriente y sobreanalizamos la jácara el Presi sale perdiendo.
La autoría de Uy qué miedo corresponde al coahuilense Mario Rodríguez de Hoyos, quien a través de éxitos como La chuleta y el chuletón, El cincuentón, Con el uno y con el dos y El restaurancito, se dedicó de manera campechana a contar las realidades del México popular. Algo así como un TRI pero más guapachoso.
Con esa habilidad, Rodríguez de Hoyos se dedicó a hacer cronica de la parranda pero también del subdesarollo del México setentero y ochentero.
Y aquí es donde regresamos a Uy Qué Miedo, pieza musical que sin duda se ajusta a los tiempos corrientes.
En su inicio dice: “Que vienes de otro planeta sólo para vigilarnos”.
Aquí el chiste se cuenta solo, pues según el Presidente el tema energético no es necedad, sino materia de patriotismo, así que no se va a ceder ante potencias extranjeras como cuando Santa Anna, dijo él.
Pero seguimos: “Que el dólar va para arriba, y el peso sigue bajando”. Chico Che y Rodríguez de Hoyos se vuelven a morir si se enteran que el dólar ha llegado a valer 24 pesos. Aunque al momento no sea el caso, la volatilidad del tipo de cambio se cierne como posibilidad ante la severa recesión global que muchos anticipan para el final del 2022, incluida la calificadora Moody’s.
Si los mercados se cierran, como se espera pase, lo que usualmente sucede es un dólar caro como resultado de los inversionistas temerosos. Un dólar caro sólo pueden significar bienes y servicios aún más costosos, lo que me lleva a la siguiente estrofa.
“La canasta va pa’ arriba y mi peligro que bajando”. Como si fuese profeta, el cumbión nos recuerda del trauma que una alta inflación causa. A julio, en México ésta fue de 8 por ciento, con precios incómodos para bienes tan sencillos como el aguacate, el limón y la tortilla. El año aún no acaba.
Específicamente, el encarecimiento de la canasta básica es una de las fuerzas que más están golpeando a aquellos a quienes este gobierno dice servir primero, los más pobres.
Y ya para terminar, esta pieza digna de Nostradamus dice: “Que el sol ya se va acercando nada más para quemarnos. Y ya no habrán más diluvios que vengan para salvarnos”.
Temperaturas arriba de los 40 grados, neoleoneses bañándose con refresco y sequías prolongadas son sólo una parte de la panorámica que es el cambio climático, la gran crisis desatendida y que apenas los liderazgos del mundo están reconociendo como tal.
Aquí en México no hay ese temor, por supuesto. Lo importante es perpetuar el uso de combustibles fósiles, desincentivar las energías limpias y partir selvas a la mitad para un tren.
¿Y a todo esto qué dice el Presi?
Pues como dice el estribillo: “Uy qué miedo, mira como estoy temblando. Mira como tiemblo, que bailar casi no puedo”.
El chiste pierde la gracia cuando toca la realidad tan certeramente. El Presidente y sus “asesores” no escucharon bien la rola antes de ponerla en la Mañanera