Pie de nota | Dos presidentes, un problema

Ya sea por suerte, o por coincidencias propias de la historia, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador tiene similitudes con el del priista Miguel de la Madrid

Ya sea la suerte o por ese loop de eventos al que llamamos historia, el sexenio del presidente López Obrador guarda varios parentescos patentes con las etapas más ruinosas del priismo setentero y ochentero.

López Obrador desde un inicio ha mantenido con Miguel De la Madrid vasos comunicantes tangibles a pesar de ser sus ideologías económicas contrarias una de la otra, liberal la del primero y estatista la del segundo.

A pesar de esta importante diferencia, el primer rasgo que los une históricamente es el de “La Renovación Moral” como principal argumento de gobierno. Luego de sexenios –en ambos casos– de frivolidades y enriquecimiento ilícito auspiciados desde Los Pinos, los dos presidentes llegaron en tiempos de quebranto moral en los que la honestidad y responsabilidad personal fueron la raíz de una popularidad inicial indiscutible.

Sin embargo, en lo que toca a esta columna, me gustaría referirme al fantasma de la inflación, el cual ambos presidentes también comparten respectivamente como principal enemigo.

 

Para ser justos, la bronca inflacionaria durante los dos sexenios no es ni de cerca del mismo tamaño, ni responden a las mismas razones.

Al presidente De la Madrid le tocó ver una inflación promedio del 94% durante su mandato llegando hasta el 180% hacia su final, ocasionada en buena medida ante la extraordinaria devaluación del peso.

Haciendo a un lado el sismo de 1985 y la incapacidad gubernamental para encararlo, es por los súbitos cambios en los precios y el empobrecimiento del mexicano de a pie que dicho sexenio es recordado.

Estudioso de la historia como lo es, el presidente López Obrador sabe esto.

Al momento, la 4T se está acercando a una inflación del 9%, cosa no vista durante la vida democrática de México, ocasionada principalmente por desabasto en la cadena de suministros global, el encarecimiento de los combustibles y la incertidumbre global ante la Guerra en Ucrania y la cruda post-covid.

Históricamente, su sexenio irremediablemente estará ligado a la pandemia. Todavía está por definirse si también lo será a un encarecimiento generalizado de la vida, sea su responsabilidad o no.

“¿Puede el gobierno solo, nos preguntamos entonces, bajar la inflación de forma rápida y dramática? El reporte angustioso que nos daban es que los precios subían cada día, la gente estaba furiosa con toda razón, porque no hay nada que golpee más al pueblo que la inflación”, platicó Pedro Aspe Armella, entonces secretario de Programación y Presupuesto durante el gobierno delamadrista, al historiador Enrique Krauze cuando desandó esos años para el serial Los Sexenios de Clío.

La respuesta es no, no puede.

Ambos presidentes se tocan de nuevo en cuanto a su acercamiento al problema en cuestión.

En 1987, De la Madrid llamó “Pacto de Solidaridad Económica” a la alianza cupular en el que el gobierno se comprometió a no incrementar impuestos, costo de luz, combustibles, agua y teléfono, mientras que los productores a mantener su precios y los obreros a no pedir aumentos salariales.

El Acuerdo de Apertura contra la Inflación y la Carestía que acaba de firmar el presidente López Obrador repite en parte la misma experiencia. Elimina la burocracia de la Senasica y la Cofepris para la importación y distribución de productos de la canasta básica bajo un sistema de honor en el que los empresarios se comprometen a no subir sus precios.

El pacto delamadrista logró controlar el encarecimiento durante los seis meses subsecuentes a ser firmado sin embargo la inflación retomó rápidamente a su tendencia ascendente. Hasta junio de 1993 la inflación abandonó el doble dígito.

En el caso lopezobradorista queda pendiente ver cómo funciona un acuerdo así frente a un fenómeno complejo como es el de la inflación global, así como las implicaciones que tendrá en la competencia y los acuerdos políticos entre iniciativa privada y gobierno.

Sea como sea, son dos presidentes con un mismo problema. Ambos responden de una manera similar pese a 35 años de distancia.

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