Días lluviosos: Santiago Creel Garza
Días lluviosos: Santiago Creel Garza
En el lenguaje coloquial se conoce como pluviofilia al amor por la lluvia. No se trata de un término especializado, es decir, no hace referencia a una categoría clínica formal; no obstante, se ha utilizado de manera ordinaria para describir una serie de intereses y aficiones relacionadas con la lluvia.
¿Qué es la pluviofilia?
En griego antiguo, la palabra “philos” quiere decir “amor”, y el sufijo “ia” significa “cualidad”. De ahí que “philia” (“filia” en castellano), significa cualidad de sentir amor por una situación, objeto o práctica determinada.
Se trata de las experiencias contrarias a las fobias, en las que se prevalece un miedo intenso a situaciones precisas.
Por su parte, “pluvio” viene de “pluvial” que significa “de la lluvia o relativo a ella”. Dicho esto podemos ver que la “pluviofilia” es el amor, afición o atracción especial por la lluvia y todo lo que le concierne.
Cabe aclarar que no se trata de una conducta patológica. De hecho, aunque hay muchos tipos de “filias”, son pocas las que se han convertido en criterios diagnósticos específicos (por ejemplo las parafilias).
En su mayoría, las aficiones que se consideran patológicas son diagnosticadas con el sufijo “manía” (como la cleptomanía); y no con el de “filia”.
En este sentido, el disfrute especial e intenso por la lluvia no representa en sí mismo una amenaza ni requiere un tratamiento. ¿Esto quiere decir que la pluviofilia no puede causar malestar? La pluviofilia (tal como otras filias), puede acompañarse de experiencias de malestar diagnosticables o no diagnosticables. Incluso puede acompañarse de poca flexibilidad, incomodidad o estado de ánimo decaído ante situaciones donde el clima resulte más incómodo (por ejemplo el soleado). Pero en sí misma, la pluviofilia no es un cuadro clínico ni genera necesariamente malestar clínicamente significativo.