La democracia enfrenta desafíos globales por la polarización y la intolerancia: Lorenzo Córdova
Lorenzo Córdova opinó que aunque se ha discutido e implementado mucho para combatir la desinformación en elecciones, no hay autoridad electoral que no se siga enfrentando a ella
El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, estima que la libertad de las democracias en Latinoamérica y, en general, a nivel global, incluyendo a México, están enfrentando riesgos y “desafíos ineditos” y advirtió que esta libertad sufre una potencial amenaza, pues no goza de su mejor momento, ya que cree que la democracia enfrenta actualmente un contexto de polarización aderezado por intolerancia que puede “convertirse en la antesala de expresiones autoritarias y totalitarias del poder”.
Al recibir en Costa Rica el premio “Cátedra de la Democracia” para el INE, por su contribución al fortalecimiento de la democracia en la región, de parte del Tribunal Supremo de Elecciones de ese país, el consejero presidente Córdova consideró que, ahora, las instituciones electorales sufren ataques y descalificaciones verbales públicas en el ámbito gubernamental, así como asfixia presupuestal, agresiones físicas y amenazas e intentos de reformas electorales con el fin de incrementar el control del Gobierno y para capturar políticamente a las instituciones electorales.
El consejero presidente consideró que la democracia se tiene que analizar a partir de los contextos de los sistemas electorales y opinó que a principios del Siglo XXI se veía un futuro esperanzador para las democracias, pues estas, gozaban de “cabal salud”. Pero, explicó que a 20 años de iniciado el presente Siglo, “el contexto es mucho más complejo” y hoy, ya no se habla de difusión y de consolidación democrática y, ahora, “hablamos de un contexto de riesgos que ya no sólo aquejan a nuestra región, sino que son riesgos globales”.
En este tenor, advirtió que “ya se diluyeron” prácticamente los tiempos en los que se hablaba de los desafíos que enfrentaban las viejas democracias del Norte del Mundo y que eran distintos a los retos de las democracias de países en vías de consolidación, pues dijo que hoy, los riesgos que se enfrentan, si bien, con algunas diferencias y distintos grados de intensidad, “podemos decir que son riesgos globales”.
Indicó que, ahora, hay 5 grandes ejes que acrecientan los riesgos contra la democracia: la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la violencia, los cuales, son factores que incrementan el descontento social en contra de la democracia.
Destacó que la pobreza, como producto de malas políticas públicas, no ha ayudado a resolver los grandes problemas estructurales de nuestras sociedades y hace que se genere “un peligroso caldo de cultivo en el que en varias regiones del mundo hemos visto que germinan pulsiones autoritarias”.
Añadió que los grandes problemas: de pobreza, desigualdad, corrupción e impunidad y en muchos casos, también, de violencia, constituyen potencialmente los ingredientes de ese caldo de cultivo.
Lo anterior, destacó, se trata de problemas no resueltos, “en algunos países, como el mío, se trata incluso de demandas o de promesas promesas añejas que desde la propia Revolución Méxicana, hace más de 100 años, surgieron bajo la promesa de justicia social que hoy sigue siendo una promesa inclumplida”, indicó el consejero presidente.
También, expresó que, “la pobreza es dilagante y la crisis económica derivada de la crisis sanitaria ha incrementado los índices de pobreza en muchas regiones en muchos países del mundo. La desigualdad oceánica es lacerante: Nunca antes dicen los teóricos de la economía de la contemporanea”, pues dijo que nunca antes en la historia de la humanidad se había generado tanta riqueza como en nuestros días y nunca antes en la historia de la humanidad había habido niveles de desigualdad tan preocupantes como hoy.
Recalcó que “la corrupción y la impunidad siguen siendo en muchos de los países, no sólo latinoamericanos, sino incluso países consolidados, elementos que generan una inconformidad y un desapego de grandes franjas de la ciudadanía con la política, con los políticos, con las instituciones democráticas y, la violencia, que es la nemesis, la negación misma de la democracia, en muchos países, es parte de una ominosa normalidad que constituye el principal elemento de disolución o erosión del tejido social sin el cual la democracia es impensable”.
Expuso que todos estos elementos generan “una creciente desafección con la democracia” y en muchos de los países latinoamericanos el tránsito democratizador estuvo aparejado de una sobrecarga de expectativas, dado que, “transitar de regímenes autoritarios hacia regímenes democráticos no sólo fue visto como un conjunto de conquistas en términos de libertades políticas, sino también como una expectativa para salir de situaciones de precariedad en las que grandes franjas de la población vivían.
Señaló que de esas expectativas, en parte, son corresponsables quienes se encargan de cuidar las reglas de la democracia, pues recordó que “si bien es la mayor conquista civilizatoria”, por sí sola la democracia no resuelve los problemas estructurales que siguen lacerando la convivencia social de nuestros países y los problemas de políticas públicas equivocadas.
Córdova lamentó que la democracia sea quien paga las cuentas de estas expectativas de la población, pues subrayó que hay análisis que revelan que aunque crece el aprecio a la democracia, también, crece el número de ciudadanos que estarían dispuestos a vivir en un régimen autoritario, si esto les resuelve los problemas de los que depende su convivencia cotidiana.
Dijo que un segundo problema que enfrenta la democracia, es la falta de credibilidad que hoy aqueja a algunas de las instituciones que son sus pilares fundamentales, como: los partidos políticos y los parlamentos. Pues recordó que, hoy, en todo el mundo, son de las instituciones que menos aprecio gozan, “justamente las dos instituciones con las que una democracia sería inpensable”, destacó.
Indicó que hay un tercer problema para la democracia que hace que todas las medidas que se tomen sean insuficientes y, este es el fenómeno de la desinformación, de la mentira y las noticias falsas. En este sentido, expuso que, aunque la mentira en la política no es nueva, resaltó que con el surgimiento del Internet y las redes sociales la mentira ha alcanzado niveles disruptivos y potencialmente graves en los sistemas políticos.
Opinó que aunque se ha discutido e implementado mucho para combatir la desinformación en elecciones, no hay autoridad electoral que no se siga enfrentando a la desinformación como uno de sus principales desafíos y ejes de actuación.
También, señaló que otro desafío para la democracia es la creciente polarización política, la cual subrayó que es una situación que se agudiza por la intolerancia. Alertó que la polarización política está siendo aderezada por un peligroso ingrediente que es la intolerancia y al adversario no se le ve como un contrincante legitimado para competir democráticamente, sino, “como un enemigo al que se le busca aniquilar”. Por lo que alertó que la historia ha enseñado que cuando este tipo de polarización, aderezada con intolerancia se presenta, desgraciadamente estamos en un contexto, en un terreno, que puede, si nos descuidamos, “convertirse en la antesala de expresiones autoritarias y totalitarias del poder”.
Finalmente, dijo que hay un quinto componente que coloca a las democracias en una potencial crisis: “me refiero al ataque a las autoridades electorales” y aunque señaló que estos ataques no son nuevos, aseveró que, hoy, tienen elementos nuevos a los que había en el pasado, como las descalificaciones verbales públicas provenientes del ámbito gubernamental; las amenazas y agresiones físicas a la integridad personal de servidores públicos de los órganos electorales; la asfixia presupuestal como una manera de mina la capacidad operativa de los organismos electorales; los intentos de reforma electoral, con el fin de incrementar el control del gobierno y la captura política de las instituciones electorales y el socavar el sistema de partidos, así como erosionar la representación política; además de capturar los órganos de control desde el proceso de nombramientos de titulares, acotando las funciones de control de poder o alineándose a la agenda gubernamental y puso como ejemplo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México (CNDH).