Pie de Nota | Barbas a remojar

La maquinaria propagandística de la 4T anda a todo lo que da. Aquí ya huele a elecciones. También a crisis

La maquinaria propagandística de la 4T anda a todo lo que da. Aquí ya huele a elecciones. También a crisis.

En menos de un mes se ha inaugurado una refinería, el Tren Maya reanudó su construcción y se capturó al que fuera en su momento el mayor capo mexicano, Rafael Caro Quintero. A éstos le antecede la puesta en marcha reciente del AIFA.

Los tres eventos serían grandes victorias para el gobierno del presidente López Obrador si no fueran por la salvedad de que la narrativa que les rodea ha sido amañada con tal de beneficiarle.

Aunque ya está inaugurada, se espera que Dos Bocas posiblemente opere hasta el 2023, pues faltan las etapas de interconexión con el sistema de refinación nacional así como de pruebas.

El Tren Maya en tanto, fue declarado como asunto de “seguridad nacional” para reanudar las obras en el Tramo 5 que permanecían paradas desde el 30 de mayo cuando un juez federal concedió la suspensión ante una serie de amparos para la protección de la biodiversidad afectada.

 

En cuanto a Caro Quintero, el gobierno mexicano se ha metido en una confusa discusión sobre qué tanto la DEA participó en la captura con tal de agenciarse la mayor responsabilidad posible. Según el Presidente, los estadounidenses sólo les prestaron un drones.

Por eso no podemos tener cosas bonitas. Siempre hay un uso faccioso de la verdad.

La refinería no está terminada, el Tren Maya no es ni de cerca asunto de seguridad nacional y sin la inteligencia estadounidense El Capo de Capos seguiría en Sinaloa reconstruyendo su imperio criminal. Del AIFA ya se ha derramado mucha tinta describiendo sus carencias.

Se le adjudica al presidente López Obrador poco contacto con la realidad sin embargo esto es erróneo. Como pocos, él sabe leer los tiempos sociales y actuar en consecuencia.

El Presidente sabe que las cosas en el ámbito internacional y nacional se están acomodando de tal manera que su proyecto de nación y las elecciones del 2024 están, al menos, bajo presión.

La mayor amenaza por supuesto viene desde la economía. Una inflación históricamente alta y una muy posible recesión sin duda son factores en contra de este gobierno, sea o no responsable, vengan o no de fuera. Se suman a estos elementos una carestía prolongada por el desabasto de bienes esenciales de China y capitales temerosos por la guerra en Ucrania.

El muy respetado José Luis de la Cruz le llamó “el invierno económico” a dicho panorama en estas páginas de la OEM.

Si bien este gobierno ha logrado mantenerse casi invicto en las canchas nacionales, en cuanto a factores externos le ha ido de la patada: pandemias, crisis económicas, comercio colapsado y migración han sido el origen de los mayores sinsabores para la 4T.

Ni siquiera la perpetua inseguridad le han despeinado como sí lo hizo una gripe importada desde China.

Aún así el Presidente guarda una popularidad extraordinaria.

Hace poco The New York Times hizo referencia a este fenómeno en un reportaje que echa una pobre luz sobre la política social del régimen: “a pesar de la creciente pobreza de México, López Obrador sigue siendo uno de los líderes más populares del mundo con un índice de aprobación de alrededor del 65%. El apoyo generalizado ha dejado a los observadores políticos desconcertados”.

Quizá esos observadores políticos a los que hace referencia The New York Times no han reparado en esta habilidad del Presidente de leer los tiempos y construir narrativas que le beneficien.

Fue en esas cualidades en las que fincó su aplastante victoria en 2018: en la historia de “ellos los corruptos y nosotros los honestos”.

En este caso el mensaje que ha sembrado entre el público es que el país se mueve pese a un contexto muy adverso. Aunque no sea cierto o las acciones sean insuficientes.

Como conclusión, el Presidente ha hecho arte el poner las barbas a remojar antes de la tormenta.

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