Pie de página | El Morenato
Morena gobernará en 20 entidades. Ni PRI ni PAN, en sus periodos de mayor fortaleza con Enrique Peña y Felipe Calderón, alcanzaron esa cifra, se quedaron en 15 y 12 estados gobernados.
Luego de la jornada electoral del fin de semana pasado, Morena se agenció la victoria en cuatro nuevos estados: Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo de la alianza PAN-PRD.
Con esto, el conteo de entidades gobernadas por el partido asciende a 20, en las cuales viven 68 millones de personas, es decir, 54% del total en México.
La fuerza política que más se le acerca es el PRI, la cual pese a gobernar sólo en tres entidades sus habitantes representan a 22 millones de mexicanos.
Sin embargo, este peso estará en riesgo el año que entra, pues tanto en el Estado de México como en Coahuila, hoy gobernados por el PRI, tendrán elecciones.
Es posible y probable que antes de las elecciones del 2024 Morena llegue a 22 estados gobernados, una marca que no encuentra paralelo dentro del periodo democrático nacional.
Ni PRI ni PAN, en sus periodos de mayor fortaleza con Enrique Peña y Felipe Calderón, alcanzaron esa cifra, se quedaron en 15 y 12 estados gobernados.
Sucede pues que estamos presenciando la morenización del territorio nacional, incluso al norte, tradicionalmente arisco al presidente López Obrador con algunas plazas reacias.
Mucha tinta ya se ha escrito sobre la incapacidad de “la oposición” de presentarle competencia al partido hegemónico.
En el caso del PRI, lentamente se ha ido integrando en cuanto a bases, candidatos y hasta gobernadores en funciones al morenismo. La paga por esta venta de garage de principios políticos del PRI obviamente vendrá con cargos públicos. Esta sangría podrá ser amoral, pero efectiva sin duda en términos electorales al otorgarle a Morena presencia en territorios tradicionalmente priistas, como lo fueron Oaxaca e Hidalgo.
El PAN, por su parte, permanece incapaz de concitar el apoyo popular y de cúpulas para dirigir una coalición antilopezobradista amplia. Se conforma con Aguascalientes que, con toda su dignidad, apenas tiene un millón 350 mil habitantes cuando perdió Tamaulipas que triplica la población hidrocálida.
No se puede dejar de observar que todavía se atrevieron a machacar en su pateticidad los presidentes de ambos partidos, Marko Cortés y Alito Moreno, quienes salieron para decir que “hay tiro” para el 2024.
En esos términos les decimos que “no traen con queso”. Si acaso le estorban en algunos lados al morenismo pero de ahí a realmente competir es otra cosa.
La oposición no sólo carece de figuras con la potencia de pelearle el 2024 a Morena, sino también de ideas. Marcadamente en este proceso electoral no se le vio a la oposición en una campaña coordinada llamando al voto. Es con los indecisos, opositores y desencantados de este gobierno que tiene chance de hacer algo, no con sus bases cada vez más flacas.
Lo que me confirma este proceso electoral es que con la integración del priismo y la postración del panismo se le ha entregado el país a Morena, que poco a poco se está independizando de la figura del presidente López Obrador para significar algo más: una central de abastos donde los políticos van a venderse a cambio de votos sin importar el origen.
Voy a extender la liga y a referir que el fenómeno que acontece en Morena me recuerda al inicio del Partido Nacional Revolucionario de Plutarco Elías Calles: aquella mezcolanza que aglomeró a revolucionarios de todas las corrientes para darle homogeneidad al escaparate político bajo una sola bandera con el Maximato como la expresión de su jerarquía política.
Siguiendo esta comparación, ésta es la gestación de un Morenato con Andrés Manuel López Obrador como mayor influencia política de aquí hasta que su persona desaparezca de una manera u otra. Si el Presidente no se ha callado su opinión estando en el cargo menos lo va a hacer cuando despache desde “La Chingada”.
Hablamos en 2024.